Nuestros inmigrantes...
por Laura Berger

Lo dejaron todo. Sus familias. Sus amigos. Sus hogares.
Los pueblos donde nacieron. Las calles donde pasaron su infancia.
Huían a veces de la injusticia y del poder. A veces de la intolerancia. A veces de la pobreza.
Habían luchado contra todo eso. Algunos quizás más de lo debido... y debían irse.
Llegaron con lo puesto. Vulnerables. Con miedo.
Orgullosos y humildes al mismo tiempo, si se puede.
Pero desbordantes de esperanza y determinados a que una vida mejor estuviera al alcance de su esfuerzo.
Les habían dicho que en las nuevas tierras solo se considerarían sus capacidades y resultados.
Solo quien lo vivió lo puede entender en su vastedad...
Algunos ni hablaban el idioma.
Algunos sentían frío, porque venían de países cálidos. Otros calor, porque venían de países fríos, y se vestían en consecuencia, extrañamente.
Algunos tenían religiones desconocidas, ritos extraños para los locales, que a veces olvidaban que ellos o sus antepasados habían también sido extraños en esa tierra y habían practicado otros ritos igualmente extraños y ajenos a los nativos.
Para cuando pisaron las calles de su nuevo hogar por primera vez, a muchos ya les habían puesto nombres y apellidos distintos, en una arbitrariedad entre jocosa e indiferente ante la cual agacharon la cabeza, en una aceptación agradecida y sin rencores.
Porque sentían que a fin de cuentas estaban recibiendo más de lo que les sacaban.
Se adaptaron. Se conocieron entre ellos. Se unieron. Se mezclaron.
Adoptaron el mismo idioma que no era el que aprendieron en la infancia, aportando lo suyo y convirtiéndolo en una mezcla infinita de sutilezas de orígenes distantes, para deleite de algunos y desagrado de otros.
Y nada fue lo mismo después de ellos.
Ellos, que eran los parias de la tierra cuando salieron, trajeron a estas tierras la riqueza más grande que se pueda llevar sin que se vea. La diversidad, la valentía, el esfuerzo... todos esos valores que hicieron de nuestros países mezclas efervescentes de sangres, historias y culturas.
Eran nuestros mayores, en todos los casos.
Fuimos nosotros, en muchos casos.
Quizás sean nuestros hijos, quién sabe...
Respeta su memoria y su presencia...
...quizás seas tú, mañana.

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